Por Amílcar Pérez Riverol
Hace algunos días coincidieron sobre mi mesa dos textos gametos, de esos que cuando se juntan son capaces de engendrar, como en la biología, viva progenie. Los textos eran un post de mi hermano, publicado en su muro de facebook y el discurso Los Pinos Nuevos, que pronunciara José Martí en el Liceo de Tampa, en noviembre 27 de 1891. Mi hermano, como yo, es uno de los millones de cubanos que “escogieron” vivir temporal o definitivamente fuera de Cuba. Informático, joven, Doctor en Ciencias que hoy programa para un grupo de investigación de la Universidad de Cambridge, aquella de Watson-Crick y sus cervezas, la de Stephen Hawking y su teoría de todo. En su texto mi hermano me (nos) formula la pregunta: -¿hasta cuándo las autoridades de nuestro país pretenden dinamitar la construcción del puente que comunique a Cuba con su diáspora? ¿Cuándo entenderán que el futuro de la nación, incluso a pesar de ellos, pasa inexorablemente por la reconciliación con su exilio? ¿Cuándo entenderán, -y yo digo, entenderemos- que la Cuba a la que todos aspiramos no llegará a ser nunca si sigue partida en las mitades de dentro y fuera, sin establecer un puente sólido donde no existan puntos de frontera? Sigue leyendo