
Por: Hugo Ríus
La salida de Marco Rubio de la campaña por la nominación presidencial republicana fue un duro golpe para los cubanoamericanos del sur de la Florida que quieren revertir el acercamiento de Estados Unidos a Cuba. (Fuente: El Nuevo Herald)
Guillermo Tell
Mario Diaz-Balart, uno de los connotados congresistas de la mafia anticubana miamense admitió que la salida de Rubio de la campaña por la nominación como candidato había afectado las esperanzas de que, si hubiera sido electo presidente, él hubiera revertido las medidas ejecutivas del mandatario de Estados Unidos en el camino de normalización de las relaciones con Cuba.
En parte lleva razón, aunque exagera al afirmar que Rubio va a ser extrañado por su “talento”, porque señores hay que revelarse muy corto de mente para no percatarse de que el electorado en Florida ha cambiado en términos generacional, demográfico y en percepciones políticas, lo que confirmó en 2014 una encuesta de la Universidad del Estado, según la cual el 52 por ciento se manifestó a favor de levantar el bloqueo contra Cuba.
El presidente del Centro de Investigaciones Inter-American Dialogue, Michael Shifter, recuerda el diario, apuntó que solamente un pequeño grupo en la llamada Pequeña Habana, protestó cuando los presidentes Raúl Castro y Barak Obama anunciaron el 17 de diciembre de 2014 el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Aun así con tantas señales claras el ineficaz senador, por demás desactualizado respecto a Cuba, se montó en un discurso vencido por la realidad, de manos de la loba feroz, Ileana Ross-Lethinen y otros resentidos personeros de la industria anticubana en crisis.
Ahora les toca las plañideras de frustrados.