El ser humano nace, crece, se desarrolla, se reproduce y ya sabemos qué, dice mi amiga N con un énfasis casi violento en el “se desarrolla” y un aire totalmente desentendido en el rubro que le tocaría al “muere”, como si se supiera tan expansivamente infinita que no le tuviera que hacer el menor caso a la mortalidad.
Salió con novio de la universidad de las Villas y a los nueve meses decidió casarse porque qué era eso de esperar tanto si cuando una se siente enamorada lo está.
Se fue a vivir a Cabaiguán y en octubre de ese mismo año comenzó una maestría que defendió a punto de parir a A, su primogénito, y luego se mudaron a Camagüey, porque Camagüey es más ciudad y porque un montón de otras cosas. Sigue leyendo