El embargo de EE.UU. contra el gobierno cubano les permite ocupar espacios de negocios que de otro modo estarían totalmente copados por compañías estadounidenses.
Un canadiense que se mudó a vivir en Cuba el año pasado reporta en el Globe & Mail de Toronto cómo “una Cuba más abierta a los negocios recibe una mano de Canadá”.
Aunque por lo que expone el autor, Stephen Wicary, su país natal más que estar ayudando, se está ayudando a sí mismo, al apurarse a llenar en la isla los nichos reales o potenciales de mercado a los que no pueden acceder las compañías estadounidenses vetadas por el embargo. Sigue leyendo