“El juego será el 22 y viene Obama”, dice uno de los obreros que dobla la espalda y cierne arena a ritmo acompasado bajo el benévolo sol de un mediodía de finales de febrero en La Habana, en el parqueo aledaño al estadio Latinoamericano.
Casi toda esa gente con la que uno habla y se mueve como hormiga entre grúas, camiones de volteo, y buldóceres, en el entorno del “Latino”, lo comenta como la cosa más natural del mundo sin que medie confirmación oficial alguna: que el Presidente de los Estados Unidos seguramente asistirá al juego de exhibición entre el equipo Tampa Bay Rays de las Grandes Ligas y una selección nacional cubana, como parte de la apretujada e histórica agenda en el primer viaje de un mandatario de la Unión Americana a la llamada Perla de las Antillas en casi 80 años.
En las inmediaciones del otrora Gran Estadio de La Habana, que el 26 de octubre cumplirá 70 años, una fuente de crédito asegura a OnCuba que el juego se ha previsto para las tres de la tarde. Y afirma que también se hará presente el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred. Pero la realidad es que no existe un anuncio oficial aún.