Por GLADYS CAÑIZARES
Desde que falleció Fidel Castro llevo días contemplando la euforia y gritos de felicidad, una pachanga cubana al estilo carnaval en la Calle Ocho. Un escenario festivo y frívolo ante casi seis décadas de muertos, separación familiar, carestías y sufrimiento.
¿Cómo puede llamarse victoria a la muerte de Fidel Castro si no pudieron vencerle en vida? ¿Acaso olvidaron la derrota de Playa Girón en 1961? ¿Cómo han olvidado que Estados Unidos cobardemente, al advertir el fracaso, les negó el apoyo militar y les abandonó para impedir que se descubriera su patrocinio a la invasión? ¿Por qué durante décadas los dirigentes de organizaciones en Miami han seguido colaborando y dependiendo del gobierno estadounidense para la democratización de Cuba? Sigue leyendo