Por María Antonia García Alonso
En el día de hoy será discutido por vigésima tercera ocasión consecutiva el proyecto de resolución cubano contra el embargo estadounidense en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas.
El texto será sometido a la consideración de más de 190 estados representados en el organismo internacional, bajo el título «Necesidad de poner fin al embargo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos de América contra Cuba».
En noviembre de 1992 la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, aprobó por primera vez el texto con 59 votos a favor, tres en contra y 71 abstenciones. A partir de esa fecha histórica cada año la cifra de sufragios condenatorios a la ilegal política norteamericana ha subido de manera muy significativa hasta llegar a los 188 obtenidos el pasado año, con las solitarias oposiciones de Estados Unidos e Israel.
El embargo se caracteriza por ilegales implicaciones extraterritoriales muy dañinas, impide o dificulta seriamente las relaciones comerciales de La Habana con otros países entiéndase terceros. Son precisamente las leyes Torricelli y Helms Burton protagonistas malignos de estas nefastas consecuencias a la economía de Cuba.
Según el texto del informe de Cuba a la AGNU “…a precios corrientes, durante todos estos años, el bloqueo ha provocado perjuicios por más de 116 880 millones de dólares norteamericanos”.
Hoy nuevamente será condenada por el mundo racional y sensato está política que como todos sabemos es injusta, ilegal, inhumana e irracional pero que ya agoniza en su propio lecho de muerte.