Cuba, su democracia y la nueva constitución

 

 

Por: María Antonia García Alonso

Como es sabido, todos los cubanos, llevamos meses dando seguimiento al tema del Referendo Constitucional que tendrá lugar en Cuba. Apenas unas 72 hrs nos separan de la fecha escogida por el grupo dominante, un anhelo para todos los nacidos en esa isla aun cuando discrepemos del método empleado, el 24 de febrero se realizarán las votaciones por la nueva Constitución Cubana.

Como primicia, reconozco no ser experta en temas jurídicos y constitucionales pero como cubana, me siento con el derecho de opinar y hacer un análisis pragmático de lo que representa este proceso que, como se ha divulgado, se inició desde el 2018.

La Ley Fundamental vigente en Cuba tiene más de 40 años y ha sido reformada, parcialmente,  en tres oportunidades 1978, 1992 y 2002. Según el régimen, citado por fuentes internacionales, en este nuevo proceso de reforma al proyecto constitucional han participado los cubanos residentes en la isla y también cubanos residentes en el exterior, con interés en el tema. La “consulta popular” generó alrededor de 700 cambios al texto original y las propuestas, en su mayoría, tienen visos liberales, aun cuando el régimen no quiera reconocerlo.

 En mi criterio, es innegable la relación que existe entre, el nuevo texto constitucional y el proceso de transición del poder, los cambios que hoy nos pueden parecer pequeños serán la base para grandes transformaciones dentro de la isla. A pesar de la maniobra empleada para ratificar el carácter socialista del Estado y el papel rector del Partido Comunista, como única fuerza política, sobresale el hecho de que ningún presidente  podrá perpetuarse en el poder. Asimismo, el poder será compartido, entre el Presidente y un Primer Ministro, el Presidente no podrá ser elegido, por primera vez, con más de 60 años y solo podrá ejercer por dos periodos de 5 años. Esta limitación de poderes rompe definitivamente con el carácter rígido que han imprimido los Castros. El Consejo de Ministros, como máximo órgano ejecutivo y administrativo, constituye el gobierno de la isla. Hay posibilidad de trabajar en perspectiva a las figuras que van asumiendo los cargos de Ministros, en ellos descansará el poder central y la administración de los fondos del régimen.

Dentro de las nuevas ideas, consideramos como logros de los demócratas cubanos el reconocimiento a la propiedad privada y la propiedad mixta, dentro de las más de seis formas de propiedad que se declaran. Este cambio, a nivel económico, significa un gran avance hacia la “verdadera democratización” en la isla, sobre todo por la precaria  situación económica actual, sin visos de recuperación a corto plazo.

El nuevo “modelo económico” ofrecerá libertades al sector privado, a la libre empresa, al fortalecimiento de la oferta y la demanda, y debe convertirse en un atractivo para la inversión extranjera. Esto sin evaluar los cambios que genera con la necesaria creación de instituciones jurídicas y sociales para lograr el Estado de Derecho y construir una sociedad libre y pluralista.

Desde el punto de vista penal, el derecho a establecer procedimiento de Habeas Corpus para determinar la arbitrariedad o no de la detenciones es una victoria y una declaración de respeto a la libertades de pensamiento, conciencia y expresión. A ello se le suma, el no menos importante, derecho de los ciudadanos cubanos a hacer reclamaciones por daños provocados por el Estado, exigiendo la rectificación y protección de sus datos personales.

La descentralización del gobierno que propone la nueva Carta Magna, lleva al fortalecimiento de las provincias y municipios. Este desprendimiento no favorecerá la prehistórica centralización y estatalización del poder.

La Asamblea Nacional dispone de seis meses, luego de aprobada la Carta Magna, para elaborar una nueva Ley Electoral en la que se regule la elección de los diputados a la Asamblea Nacional, su Presidente, Vicepresidente y Secretario; el Consejo de Estado, el Presidente, el Primer Ministro y el Vicepresidente de la República entre otros cargos.

Sin dudas, el Sí al Referendo Constitucional conduce a una sociedad abierta, liberal, demócrata, conveniente, con libertades individuales y derechos civiles y penales que estaban proscritos. Es la oportunidad para seguir luchando de manera pacífica y constitucional por los cambios en la isla. El No que proponen algunos, como fórmula para mostrar oposición al régimen  es un retroceso, es fortalecer un régimen autoritario, caduco, como es la Constitución de 1976, es darle la oportunidad a extremistas que de seguro no tendrán en cuenta a la mayoría de los que, tanto desde adentro como desde afuera de la isla deseamos vivir en democracia.

 

 

 

 

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