Por Javier Ortiz
El avión Boeing 737 que utiliza el candidato vicepresidencial republicano Mike Pence voló de Miami a La Habana mucho antes de unirse al equipo de transporte dispuesto para vencer a Hillary Clinton y conseguir la elección de Donald Trump el 8 de noviembre de 2016.
Una ironía sutil si se tiene en cuenta que Pence no le hace juego a la normalización con Cuba, ni siquiera a la manera republicana. Eso a pesar del manifiesto interés de los agricultores y empresarios de su estado, Indiana: el motivo cada vez más habitual entre gobernadores de cualquier partido político que se enrolan en misiones comerciales para hacer exhibiciones de buena voluntad hacia Cuba con una creciente teatralidad.
Antes de su Convención Nacional los demócratas ya pusieron por escrito su disposición de levantar el embargo comercial y la prohibición de viajes (turísticos), dos de las restricciones enumeradas en el gran compendio de sanciones que el bloqueo mantiene contra Cuba desde 1960. Sigue leyendo