LA HABANA. Hace unos años, un ex viceministro de Economía me comentaba más en serio que para choteo, que según un estudio no divulgado quienes faltaban menos a sus trabajos eran los maleteros de los hoteles y los operadores de las bombas en las gasolineras.
Los primeros, por las suculentas propinas que recibían en moneda dura, mientras que los otros por el ilegal y lucrativo negocio de la venta de gasolina, apaciguado en una época en que los conocidos y ya extintos “trabajadores sociales” las tomaron por asalto y lograron disminuir el relajo por un tiempo.
Un poco más adelante en los años–porque del tema cuelga una gran cola como la del mono araña- me comentaba con gran entusiasmo un director de una sucursal bancaria, cuya oficina la separaba del parqueador o aparcacoches sólo una pared acristalada, que se estaba pensando seriamente proponerle alternar las responsabilidades. Cambiar la corbata por un pulóver salido de una incontenible balacera. Sigue leyendo