MIAMI – ¿Qué sucedió?
Esa ha sido la pregunta en los medios, dentro de la circunvalación de Washington, y más allá del seguimiento del desastre demócrata en las elecciones parciales.
Sí, todo el mundo sabía que los republicanos superarían a los demócratas en la contienda de la semana pasada. Hasta los líderes de la campaña demócrata concedían lo mismo en las semanas anteriores a la votación del 4 de noviembre. Después de todo, históricamente al partido que tiene la Casa Blanca le va mal en las elecciones parciales y pierde como promedio 25 escaños en el Congreso.
Pero ni encuestadores, ni expertos, y ni siquiera los fanáticos republicanos de derecha avizoraron la magnitud y alcance de la derrota de los demócratas. Por tanto, la pregunta de “¿Qué sucedió?” no es gratuita o un ejercicio académico para explicar lo evidente. En su lugar, la respuesta es importante para comprender el estado de la política norteamericana en la segunda década del siglo veintiuno y en la mente del electorado norteamericano en 2014.
El tema ha sido el foco de tantos comentarios interesados de la derecha, así como el retorcimiento de manos y las disculpas esotéricas por parte de los demócratas que han irritado a unas cuántas gentes, en especial en otros países. Confieso que me eché a reír cuando leí un comentario en internet de alguien en Australia, evidentemente aburrido de tanta tontería: “Lo siento, pero hay demasiados comemierdas estúpidos en su país”.
Hay al menos un grano de verdad en ese análisis profano. Permítanme citar, en comparación, la respuesta de una fuente norteamericana más sobria y totalmente acreditada: Paul Krugman, profesor de Princeton, columnista de The New York Times y laureado con el premio Nobel de Economía.
La premisa de la columna de Krugman titulada “Triunfo del Error” es ilustrativa de por qué es pertinente la pregunta de qué sucedió.
“La carrera no es de los rápidos, ni la batalla del fuerte, ni tampoco pan para el sabio, ni tampoco las elecciones parciales son para los hombres comprensivos… La política determina quién tiene el poder, no quién tiene la verdad. Aún así, no sucede a menudo que a un partido que está tan equivocado acerca de tantas cosas le vaya tan bien como les fue a los republicanos el martes”.
Krugman prosigue demostrando las maneras en que los republicanos se han equivocado. Ellos van desde defender las políticas económicas que son el exacto opuesto de lo que se requería para responder a una gran recesión, hasta las funestas predicciones acerca de Obamacare que aún no se han materializado, y lo peor de todo es su obstinada negativa del cambio climático, un fenómeno que hace peligrar la vida en este planeta.
Entonces, ¿cuál es la explicación de Krugman para el triunfo del error? Él identifica dos causas y agrega implícitamente una tercera al final. La primera es que los republicanos simplemente mintieron. Krugman lo dice de manera más cortés, pero significa lo mismo:
“Parte de la respuesta es que los principales republicanos lograron enmascarar sus verdaderas posiciones. Quizás lo más notable, el senador Mitch McConnell, próximo líder de la mayoría, podría mantener la impresionante mejoría en la atención médica aún si el Obamacare es revocado”.
Krugman es mi columnista preferido y creo que es el mejor del país. Ciertamente tiene razón en esto. Aún así, yo hubiera utilizado un lenguaje más sencillo, más directo. Krugman: “Los republicanos lograron enmascarar sus verdaderas posiciones”. McConnell logró dar una “impresión completamente falsa”. Mi traducción: Los republicanos fueron capaces de engañar sistemáticamente a los electores. McConnell mintió –exitosamente.
La segunda parte de la respuesta de Krugman es el descubrimiento republicano de que el “obstruccionismo que bordea el sabotaje es una estrategia política ganadora”. Me parece que Krugman nuevamente tiene la razón. En el pasado, un partido político que sufría el tipo de aplastante derrota que tuvieron los republicanos en 2008 se habría visto obligado a colaborar con el ganador. Pero el Partido Republicano contemporáneo está formado por gente sin ningún espíritu deportivo. En vez de escarmentar y actuar como oposición leal, los principales republicanos se atrincheraron, incluso antes de que Obama tomara posesión, para planear una estrategia para destruir su presidencia. Malos perdedores que ni siquiera eran dueños del bate o la pelota, tomaron las bases que sí tenían y crearon el caos en el juego. Iban a destruir a Obama, y si el país era destruido junto con él, entonces era culpa de Obama por querer ser Obama.
No destruyeron a Obama y el país no se destruyó. Pero aprovecharon cada oportunidad para bloquear y herir al presidente y para hacer sus políticas mucho menos eficaces de lo que hubieran podido ser.
En este punto, Krugman llega a la conclusión de que “La mayoría de los electores no saben muchos de los detalles de una política, ni entienden el proceso legislativo. Así que lo único que vieron fue que el hombre en la Casa Blanca no les estaba dando prosperidad –y castigaron a su partido”.
Estoy de acuerdo con el análisis de Krugman, pero lo que realmente me divierte es cuánto de eso puede considerarse consistente con el comentario conciso y profano de lo que los republicanos pudieran llamar un “extranjero”. Está bien, los republicanos mintieron y engañaron. Pero ese no es el asunto. Los republicanos lo han venido haciendo hace años. Véase Iraq, las armas de destrucción masiva, George W. Bush. El asunto es que los electores se lo creyeron. ¿Quién puede creer a esos mentirosos empedernidos? ¿Gente estúpida?
En cuanto al tema del obstruccionismo, que disgusta a la mayoría de la gente, solo funciona si el que obstrucciona logra crear algún tipo de cortina de humo y los electores no son capaces de ver a través de ella e identificar al culpable. Pero el Partido Republicano ha cerrado el gobierno con anterioridad. Así que ver a través de la cortina de humo de los republicanos debiera ser un juego de niños. Pero aparentemente los electores tampoco pudieron lograr esto. ¿Gente estúpida?
Pero es el comentario final de Krugman lo que más se acerca a la visión del extranjero: “La mayoría de los electores no saben muchos de los detalles de una política, ni entienden el proceso legislativo. Así que lo único que vieron fue que el hombre en la Casa Blanca no les estaba dando prosperidad –y castigaron a su partido”.
Con todo eso, yo no subestimaría la inteligencia de los norteamericanos, pero tampoco subestimaría su ignorancia. A un mayor nivel de profundidad, creo que hay algo más que funciona. Enfrentados a un número sin precedentes de fuentes de inseguridad –terrorismo en el país, guerras fracasadas, una economía en decadencia– los norteamericanos están asustados. Al igual que alguien que se ahoga, se debaten locamente, logrando tan solo ahogar al único espíritu lo suficientemente valiente como para tratar de rescatarlos.
Obama, puede que no lo demuestres. Aún así, siento tu dolor.
(Tomado de ProgresoSemanal)