Por Atilio A. Boron
Días atrás un cable de Associated Press informaba que la USAID, la AgenciaInternacional de Estados Unidos para el Desarrollo), había enviado a Cuba, como turistas, a un grupo de jóvenes de diversos países latinoamericanos con el objeto de promover la politización y la rebeldía de la, según esa agencia, “apática juventud cubana” e identificar “actores potenciales del cambio social.” [1] La iniciativa se adoptó en Octubre del 2009, seis días después de que las autoridades de la Isla arrestaran a Alan Gross, un supuesto experto en cuestiones de desarrollo que, como contratista de la USAID, introdujo ilegalmente tecnologías informáticas en Cuba. Gross había sido recomendado para hacer esa tarea por el Comité Judío Americano y enviado a la Isla con el aparente propósito de ayudar a la comunidad judía cubana a conectarse a Internet.
El reclutamiento y envío del grupo de jóvenes a Cuba es tan sólo uno de los múltiples programas clandestinos que la Casa Blanca utiliza para promover el “cambio de régimen” -un eufemismo utilizado para evitar hablar de “subversión constitucional” o “sedición”- en Cuba y que se lleva a cabo en más de un centenar de países bajo el paraguas de organizaciones de pantalla comola USAID, la NED (el Fondo Nacional para la Democracia) y un sinnúmero de ONGs o instituciones de diverso tipo, presuntamente interesadas en la promoción de los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente y el desarrollo. Al igual que en el caso de Gross, la USAID apeló a la tercerización para encubrir su involucramiento en esta operación y contrató a una firma internacional basada en Washington, Creative Associates, que opera en 85 países ofreciendo asesoría y asistencia a programas de desarrollo. Seguramente que de pura casualidad es la misma compañía que, haciendo honor a su nombre, intentó crear una red de mensajes de texto con el nombre de “ZunZuneo”, que intentaba ser una suerte de “Twitter cubano” para favorecer actividades ilegales en la Isla. Para ejecutar la actual misión encomendada por la USAID la citada empresa subcontrató a su vez los servicios de Fernando Murillo, el jefe de una ONG de derechos humanos de Costa Rica, la FOGI (Fundación Operación Gaya Internacional) quien dirigió el ilegal operativo. De este modo los jóvenes cubanos no tenían como saber que quien estaba detrás de esta iniciativa era el gobierno de los Estados Unidos, que desde el 1º de Enero de 1959 ha hostigado y agredido sin pausa a Cuba. La larga mano del imperio actuaba a través de una compleja cadena de mediaciones que la invisibilizaban por completo. Sigue leyendo