Cada sábado, Roger Ridley salía bien temprano desde su casa en Las Vegas, Nevada, hasta la 3rd Street Promenade en Santa Mónica, California, para cantar con su guitarra en medio de la calle. Si preguntabas por él, los otros músicos callejeros te decían exactamente dónde encontrar la Voz de Dios, que no era sino la melodía rasgada de Ridley.
Uno de esos sábados, el ingeniero de sonido Mark Johnson ̶ productor además̶ ̶ le propuso grabar la canción Stand by Me. Hubiera sido suficiente pero Johnson quizo mezclar otras voces, compartir con el mundo –decía- el talento de todos esos músicos callejeros que tuvieran el alma y la pasión de Ridley.