Por René Almaguer
Miami.- Crecen las discrepancias entre organizaciones que conforman a Consenso Cubano según fuentes vinculadas a esta plataforma anticastrista, que pretende poner fin al régimen actual en la isla, como todas las demás organizaciones de ese corte, pero de una manera menos confrontacional y traumática.
Precisan mis fuentes, que por supuesto prefieren el anonimato por razones obvias, que la situación más significativa se produce entre el Grupo de Estudios Cubanos (GEC), que encabeza el empresario, Carlos Saladrigas y la Unión Liberal de Cuba (ULC)– que preside Carlos Alberto Montaner-, y cuyo representante en Consenso es Rolando Behar.
En tanto, Behar, comenta entre sus íntimos que los planteamientos y propuestas de la ULC, hechos por él en las reuniones, no son escuchados por los miembros presentes, y por tanto, no se incluyen en los objetivos de la organización para el 2013. Está convencido de que la ULC y Consenso Cubano persiguen objetivos diferentes, agrega.
A tal extremo han llegado las cosas que el Grupo de Estudios ha decidido no intercambiar con los miembros de la Unión Liberal. Ejemplo reciente es que Saladrigas circuló entre los miembros de Consenso, documentos que sugieren al Gobierno de EE.UU. un cambio de política hacia Cuba, y no incluyó a los miembros de la ULC, lo que provocó un reclamo por parte su representante, el cual que no fue respondido por el GEC.
Por otra parte, Consenso cubano esta preparando un pronunciamiento favorable a mantener intacta la Ley de Ajuste Cubano, la cual como es conocido favorece la emigración hacia este país de los ciudadanos cubanos por encima de otros de diferentes nacionalidades. En el pronunciamiento tratarán de demostrar con datos, la importancia de los emigrantes cubanos para los EE.UU. y resaltarán posiciones similares, de instituciones, personalidades u otros grupos que coincidan con su iniciativa.
Posiblemente estos esfuerzos no den resultados, pues algunos de los representantes de organizaciones en Consenso no son partidarios de esta línea de acción, bajo el argumento de que ahora que Castro liberó las fronteras, Miami se les llenará de cubanos en busca de los añorados “fulas” y al cabo de 23 meses volverán a Cuba a invertirlos en las arcas del gobierno comunista.
Me consta personalmente que Oscar Peña, del Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH) y columnista de El Nuevo Herald, cuestiona la actitud de miembros de otras organizaciones de Consenso, porque no le están dando el respaldo esperado, al documento «el dialogo debe empezar por casa», emitido por su organización. Solo algunos firmaron el documento de forma independiente. Pensó que Montaner, por ejemplo, respondería a su llamamiento y participaría en la presentación pública del documento, pero no fue así.
Todo esto lo hizo sentirse decaído en un primer momento, pero luego concluyó que es mejor que el documento no estuviera firmado por Carlos Alberto Montaner ni por miembros de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), porque así el gobierno cubano no lo puede vincular con ellos, dada la asociación comprobada de estos con el terrorismo y los servicios secretos norteamericanos.
En fin, recibió más críticas de miembros de la derecha que elogios, tal como lo esperaba.
Peña, a pesar de sus fracasos dice que continuará insistiendo en transformar la posición histórica recalcitrante, de las organizaciones de la llamada línea dura que radican en esta ciudad de Miami, hacia el gobierno cubano.
Sin embargo, Peña Martínez critica el documento «el mundo se abre a Cuba», divulgado por el Partido Demócrata Cristiano de Cuba (PDCC), a cargo de Marcelino Miyares. El documento en cuestión, según Peña, carece de elementos democráticos, pues está hecho solo con los criterios de una sola persona, Marcelino. Este individuo posee el hábito de no consultar con los demás miembros de la organización para emitir notas de prensa y comunicados, a nombre del PDCC.
En su criterio, Miyares le está haciendo el juego a la FNCA, no están siendo auténticos y han caído en la misma posición oportunista de ésta y otras organizaciones de Miami hacia el Gobierno cubano.
El documento del PDCC en cuestión es valorado como un insulto, porque hace un llamado a los demócratas-cristianos del mundo a exigirle al gobierno cubano que haga cambios y esa política no ha resultado ni ayudará en nada en el acercamiento que pretende el CCPDH.
A pesar de que la muestra citada evidencia de que no hay consenso en CONSENSO, y que acontecimientos recientes en Florida reflejan que existe fragmentación en la llamada línea dura del exilio, avanzan las posiciones de acercamiento y diálogo con el actual gobierno cubano.
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